El 2008 pasar� a la historia como el �annus horribilis� de los Estados Unidos. El mundo unipolar que surgi� luego de la guerra fr�a est� dejando lugar a un nuevo orden multipolar y descentralizado, en el que Estados Unidos ser� un actor importante, pero que ya no dispondr� del poder absoluto e incontrarrestable que ha gozado desde 1989.
Es por ello que nuevos bloques regionales y potencias emergentes han entrado en escena resquebrajando de forma definitiva la hegemon�a norteamericana.
Desde Asia, los juegos ol�mpicos no s�lo permitieron a los chinos desbancar a los estadounidenses como el pa�s con mayor n�mero de medallas, sino ante todo exhibir el poder�o econ�mico y geopol�tico de la nueva y paradojal China del siglo XXI. El mismo d�a de la ceremonia inaugural, mientras los chinos desplegaban en el �nido de p�jaros� una performance nacionalista y confuciana, Rusia se decid�a a poner punto final a dieciocho a�os de retroceso y decadencia, respondiendo por la fuerza a los ataques de Georgia a Osetia del Sur. En pocas semanas m�s una flota rusa realizar� ejercicios combinados con barcos venezolanos, a poca distancia de la IV flota norteamericana (desplegada amenazante en el atl�ntico suramericano), lo que reafirma la voluntad de Rusia de volver a ser un actor con influencia global.
Mientras tanto, el empantanamiento de la larga guerra de Irak comienza a desesperar a todo el oriente medio, que trata de desvincularse de la forma m�s r�pida pol�tica de los tutelajes pol�ticos de George Bush. El caso m�s evidente es Pakist�n, donde el dictador Pervez Mushrraf ha terminado resign�ndose a entregar el poder a sus enemigos pol�ticos. En Afganist�n el gobierno t�tere de Hamid Karzai va perdiendo aceleradamente el control de su territorio, y permanece enclaustrado en enclaves urbanos cada vez m�s limitados. Por su parte, el aislado y criminalizado Ir�n va dando paso a una potencia regional que cobra cada vez mayor influencia internacional, a pesar de todos los intentos de detener su avance.
En �frica las cosas tampoco son como antes. En este a�o Kenia y Zimbawe han logrado resolver grav�simas crisis pol�ticas mediante la mediaci�n de la Uni�n Africana de Naciones, lo que imposibilit� golpes de estado o guerras civiles orquestadas desde las antiguas potencias coloniales, como en d�cadas anteriores. Por su parte Sud�frica est� a la espera que el nuevo l�der del CNA, el izquierdista Jacob Zuma, reemplace en 2009 al neoliberal presidente Thambo Mbeki.
Pero es en Am�rica Latina donde la crisis de Estados Unidos se muestra m�s palpable y evidente. La reuni�n de emergencia de la naciente UNASUR, realizada en Santiago en respuesta a los intentos de desestabilizaci�n en Bolivia, es un ejemplo concreto del nuevo marco de resoluci�n de conflictos que se ha impuesto, y que relega a Estados Unidos fuera de su m�s evidente y pr�xima zona de influencia. Anteriormente, en Santo Domingo, el grupo de R�o hab�a rechazado las pretensiones colombianas de regionalizar su conflicto interno, al invadir territorio ecuatoriano. En ambos casos Am�rica Latina se ha mostrado aut�noma y decidida a hacer respetar la soberan�a de sus estados y a aislar las maniobras intervencionistas. Contra todo mal augurio, los proyectos de integraci�n latinoamericana siguen su curso, a pesar de la resistencia e inconsistencia de muchos de los gobiernos de la regi�n.
Pero sin duda la mayor cat�strofe que enfrenta Estados Unidos ha estallado en su propia casa. La crisis financiera ha demostrado que la mayor parte del crecimiento econ�mico de Estados Unidos en los �ltimos cinco a�os se ha basado en la burbuja de la vivienda, que ahora ha estallado. Lo paradojal es que la propuesta de salvataje del gobierno norteamericano ha borrado con el codo lo que el Consenso de Washington ha predicado por d�cadas. La consecuencia pol�tica de esta situaci�n la ha anunciado Joseph Stiglitz: �La crisis de Wall Street es para el fundamentalismo del mercado lo que la ca�da del muro de Berl�n fue para el comunismo: le dice al mundo que este modo de organizaci�n econ�mica resulta insostenible�.
Se trata de un tipo de quiebra mucho m�s dura y dif�cil que la quiebra burs�til de la barca. Ha quebrado de una vez y para siempre la pseudo ciencia neoliberal y los textos de Milton Friedman y sus secuaces hoy valen m�s como piezas de museo que como manuales de econom�a. En poco tiempo de s�lo los encontraremos en las librer�as de San Diego, al lado de los manuales sovi�ticos de la Editorial Progreso, como objetos curiosos para coleccionistas.
El surgimiento de este nuevo orden multipolar ya no es una utop�a o una mera posibilidad. Es un hecho con el que todos deben convivir, les guste o les disguste. El desaf�o es traducir este dato de realidad en una pol�tica exterior coherente y realista, que de cuenta de la nueva correlaci�n de fuerzas que se ha desplegado en el mundo. De la forma como Chile comprenda este proceso depender� su �xito o fracaso en el concierto de las naciones.
El autor es te�logo y miembro del Consejo Editorial de Cr�nica Digital. |